Eran los días en que me
despertaba impaciente, deseando ver si amanecía nevada la cumbre de Peña
Cabarga porque, casi indefectiblemente, al día siguiente la nieve cubría ya
todo nuestro valle. Mucho se hacía desear...Pero llegaba. Y con ello, mas o menos,
coincidían las navidades y vacaciones. En casa cambiaba ya el ambiente. Se
preparaba el montaje del gran belén, sobre unos cuantos cajones de madera,
ocupando aproximadamente 4,5 x 1.5 m, cubiertos con tablas clavadas, una gran
bandera española en el frente, y mucho corcho de belenes enviado desde
Andalucía a la abuela Lola por su pariente o amigo Luis Quero; cubriéndolo
todo, una manta verde de musgo natural. No menos de 100 a 150 figuras casi
esculturas, y el correspondiente gran telón de fondo de papel de embalar
pintado al temple. Una auténtica obra...
Cierto año, llegó a manos de mi padre un
librito muy estimulante sobre el arte de hacer belenes...Mi padre nunca fué muy
dado a las manualidades, pero estimulados todos y con él milagrosamente
entusiasmado por el librito, nos dió la venada de llevar a la práctica las
artes y técnicas en el mismo recomendadas, aplicándolas a nuestro gran belén.
Teníamos que entretenernos en estas tonterías porque aun no había televisión.
Era divertido, muy divertido. Pero cuando realmente se armó la marimorena fue
cuando enterado de nuestras ilusiones belenísticas con mi padre en cabeza,
nuestro indiscutible genio y profesor Don Daniel optó por participar en la
obra, liándonos a hacer casas, molinos y portal según su propio procedimiento,
ilustrado con una magnífica exhibición de su propio belén: con retales de
madera bañados abundantemente en escayola y decorados después con nogalina,
acuarelas y temple: el resultado fué realmente espectacular, maravilloso, tanto
más por la blancura aportada por la propia escayola y la facilidad para
descolgar chupones desde los tejados...¡Genial...!. No menos admirable la
paciencia de mi madre soportando cómo se ponía todo de sucio.
,+tanques+de+gasolina,+30+m+de+chimenea.jpg)

En estas fechas, mis padres fijaban ya una tarde para
ir con nosotros a Santander a comprar el pavo, los turrones de Monerris, y las
cosas de comer de Navidad. Tambien compraríamos alguna figura nueva para el
belén: para el belén serio se compraban figuras esculturales; a Gabriel y a mí
nos compraban unas ovejas de cara triste, con un ojo mas alto que otro y patas
de alambre ¡Eran preciosas...! Por aquél entonces, el Arbol de Navidad o no
existía, o apenas era visto. ¡Qué
bien...!
Fotos... entrañables. Tomadas con una cámara miniatura que me costó 10 pts.
ResponderEliminar1. Casa obrera en la carretera Santander-Bilbao.
2. Desde la buhardilla, la pista de tenis y almacenes.
3. Una huerta (parcial), tanques de gasolina, 30 m de chimenea.
4. Tres de mis hermanillos.
(Hacia 1944)
¡Qué bien! Vuelve a nevar en el blog... Aunque no te lo creas, estamos expectantes de lo que aún queda por llegar...
ResponderEliminarsí!
ResponderEliminarnieve....
quiero una oveja de esas! ...voy a ver si me la hago.
Estoy interesado en estas fotos, puedo contactar con VDS. mi correo electrónico riusle@telefonica.net
ResponderEliminarPancho: Si estas leyendo este apunte ("Aquellas Navidades"), fíjate que en la primera foto, la casa que se ve a su izquierda sobre la fecha impresa, es la que fue vuestra vivienda (su lateral derecho, que lindaba con nuestro jardín).
ResponderEliminarQue bonito recuerdo para los que apenas recordamos esa época. Has de escribirnos más de estas memorias tuyas que tan bien sabes describir y hacer vivas para quien las lee. Que gran talento y que gran regalo para los lectores. Un beso Fernando.
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