domingo, 3 de marzo de 2013

Aquellas navidades...


Eran los días en que me despertaba impaciente, deseando ver si amanecía nevada la cumbre de Peña Cabarga porque, casi indefectiblemente, al día siguiente la nieve cubría ya todo nuestro valle. Mucho se hacía desear...Pero llegaba. Y con ello, mas o menos, coincidían las navidades y vacaciones. En casa cambiaba ya el ambiente. Se preparaba el montaje del gran belén, sobre unos cuantos cajones de madera, ocupando aproximadamente 4,5 x 1.5 m, cubiertos con tablas clavadas, una gran bandera española en el frente, y mucho corcho de belenes enviado desde Andalucía a la abuela Lola por su pariente o amigo Luis Quero; cubriéndolo todo, una manta verde de musgo natural. No menos de 100 a 150 figuras casi esculturas, y el correspondiente gran telón de fondo de papel de embalar pintado al temple. Una auténtica obra...
 
Cierto año, llegó a manos de mi padre un librito muy estimulante sobre el arte de hacer belenes...Mi padre nunca fué muy dado a las manualidades, pero estimulados todos y con él milagrosamente entusiasmado por el librito, nos dió la venada de llevar a la práctica las artes y técnicas en el mismo recomendadas, aplicándolas a nuestro gran belén. Teníamos que entretenernos en estas tonterías porque aun no había televisión. Era divertido, muy divertido. Pero cuando realmente se armó la marimorena fue cuando enterado de nuestras ilusiones belenísticas con mi padre en cabeza, nuestro indiscutible genio y profesor Don Daniel optó por participar en la obra, liándonos a hacer casas, molinos y portal según su propio procedimiento, ilustrado con una magnífica exhibición de su propio belén: con retales de madera bañados abundantemente en escayola y decorados después con nogalina, acuarelas y temple: el resultado fué realmente espectacular, maravilloso, tanto más por la blancura aportada por la propia escayola y la facilidad para descolgar chupones desde los tejados...¡Genial...!. No menos admirable la paciencia de mi madre soportando cómo se ponía todo de sucio. 
 
Recuerdo que el musgo natural y recien cogido, entraba por cestos.  “Decirle a Manuel (el jardinero) que hace falta otro par de cestos de musgo..”. ¡Ahí es nada! El cesto medía aproximadamente tres palmos de diámetro por dos de altura.... y había que llenarlo de capas de musgo natural, cogido con nieve o lluvia. Aún recuerdo lo bonito que era, su tacto de agua helada y como olía...  Pero, una vez puesto el nacimiento, lo que más nos divertía a Gabriel y a mí era escondernos debajo, entre los 20 o 30 cajones que formaban su base.
 
¿Y la nieve..? Jardín, huertas, montes... con 20 o 30 cm. de nieve algunos inviernos. Y al fondo, en la lejanía, la ría que, por reflejar el cielo tan oscuro y contrastar con el blanco de los campos, se había vuelto negra. Por la noche, las luces de casa iluminaban las proximidades de la nieve del jardín, y las pisadas trazadas por el paso de alguien hacia el calor de la cocina de detrás. De vez en cuando, se veía caer un bloque de nieve de la que retenían las grandes hojas de las magnolias ante la casa.  Fuera del jardín, al otro lado de la tapia de la factoría, la carretera de Bilbao, aún con poco tráfico, era un barrizal de nieve, pero las pequeñas huertas conque lindaba, se mantenían limpias e intocadas. Y el estanque, casi bajo el mirador, negro; sí: es curioso ver como lo que no está cubierto de nieve, como el agua de la ría y el estanque, parecen negros.
                En estas fechas, mis padres fijaban ya una tarde para ir con nosotros a Santander a comprar el pavo, los turrones de Monerris, y las cosas de comer de Navidad. Tambien compraríamos alguna figura nueva para el belén: para el belén serio se compraban figuras esculturales; a Gabriel y a mí nos compraban unas ovejas de cara triste, con un ojo mas alto que otro y patas de alambre ¡Eran preciosas...! Por aquél entonces, el Arbol de Navidad o no existía, o apenas era visto.  ¡Qué bien...!

 

6 comentarios:

  1. Fotos... entrañables. Tomadas con una cámara miniatura que me costó 10 pts.
    1. Casa obrera en la carretera Santander-Bilbao.
    2. Desde la buhardilla, la pista de tenis y almacenes.
    3. Una huerta (parcial), tanques de gasolina, 30 m de chimenea.
    4. Tres de mis hermanillos.

    (Hacia 1944)


    ResponderEliminar
  2. ¡Qué bien! Vuelve a nevar en el blog... Aunque no te lo creas, estamos expectantes de lo que aún queda por llegar...

    ResponderEliminar
  3. sí!
    nieve....
    quiero una oveja de esas! ...voy a ver si me la hago.

    ResponderEliminar
  4. Estoy interesado en estas fotos, puedo contactar con VDS. mi correo electrónico riusle@telefonica.net

    ResponderEliminar
  5. Pancho: Si estas leyendo este apunte ("Aquellas Navidades"), fíjate que en la primera foto, la casa que se ve a su izquierda sobre la fecha impresa, es la que fue vuestra vivienda (su lateral derecho, que lindaba con nuestro jardín).

    ResponderEliminar
  6. Que bonito recuerdo para los que apenas recordamos esa época. Has de escribirnos más de estas memorias tuyas que tan bien sabes describir y hacer vivas para quien las lee. Que gran talento y que gran regalo para los lectores. Un beso Fernando.

    ResponderEliminar