29-ENE-2013
MI VIRGENCITA
Esta es la pequeña historia de una pequeña imagen, una
imagen que me ha acompañado nada menos que a largo de los últimos 82 años de
los 90 que hoy tengo a mis espaldas.
Mis padres (Fernando Alvear y Lolita Casanueva) llegaron
al pueblo de El Astillero (Cantabria) en el año 1928, a hacerse cargo de la
dirección de las Factorías de CAMPSA en dicha provincia. Es de suponer que al
poco tiempo resultaran totalmente integrados con el pueblo y en el pueblo por
lo que, redondeando, establezco el año 1930 como el año en que las monjitas del
asilo-convento de La Caridad incluyeran a mi familia en la lista de visitas
regulares de su capilla domiciliaria que, con una imagen de la Virgen Milagrosa
hacía un recorrido-estancia cíclica entre diversas familias de El Astillero a
cambio de una pequeña limosna como medio de contribuir al mantenimiento del
asilo-convento.
Fue así como, sin darnos cuenta, esta capillita, su
imagen, iba haciéndose tan familiar y entrañable que llegó a formar parte
inseparable de nuestra familia hasta el punto de sentir que se la llevaran una
vez que cumplía su turno de estancia en casa. Recuerdo como si fuera hoy, la
devoción que a todos inspiraba, y cómo todos nos despedíamos de esta virgencita
cada noche antes de acostarnos... Ciertamente, para muchas personas esto rayará en el
absurdo, en la santería y en la
superstición más irracional... Pero era así. Fue así. Y yo sólo estoy narrando
hechos.
Pasa el tiempo. Pasan los años y estamos ya en el 18 de
Julio de 1936. Comienza la terrible guerra civil española. Nuestra Terrible
Guerra Civil. Y, casualmente, la provincia de Santander (Hoy Cantabria), queda
en zona republicana. Y casualmente también, nuestra virgencita se encuentra en
esos momentos en nuestra familia, en nuestra casa. Sabido es el grave riesgo
que en aquellos primeros momentos de la guerra se corría en lo tocante a cualquier tema religioso, "de
curas". Sí: estaba la situación tan tensa que por el mero hecho de tener
una imagen, cualquier pandilla de incontrolados podía fusilarte. Fueron horas,
días, de chivatazo, de rencillas personales, de venganzas personales con
resultado de muerte. Temblábamos. Porque temblaba todo el mundo.
Recuerdo que mis padres
sacaron a la virgencita de su capilla. En secreto, se quemó la capilla. Pero la
virgencita, medio oculta, quiso quedarse entre nosotros.
Fueron incontables las situaciones de riesgo de todo tipo
que sufrimos durante los cuatro años que duró la guerra civil. Muchos y enormemente
graves. Y de todos, todos salimos indemnes.
Al morir mis padres y repartir sus cosas entre los
hermanos yo, entre otras cosas, elegí la imagen de nuestra virgen.
No quiero desmigar detalles de su presencia en la vida de
mi familia. Pero eso no quiere decir que no los haya, que no pudiera
contarlos... Porque me consta su influencia siempre favorable. Siempre su
ayuda. Para mí, innegable. Negarla sería desagradecimiento. Y no soy ningún
lerdo ni supersticioso ignorante.
Por ejemplo: He superado un mal cáncer. Puede explicarlo
perfectamente la ciencia.
Y ya he cumplido los 90 años.
Hay unos cuantos que tienen más...
Y hay mucho resabidillo que cree saberlo todo...hasta que
llega a otra edad.
Vale.
Y llegamos al día de hoy, 29 de Enero del 2013, día en
que acabo de restaurar la imagen de "mi virgencita". Por sugerencia
de alguno de mis hijos, y previo presupuesto profesional (400 €, demasiado para mi ajustada economía...), decido restaurarla yo
mismo.
Tras tantos años, aparte de los inevitables golpes,
roturas, desconchones y deterioro naturales por el paso del tiempo, un mal día
años atrás no se me ocurrió otra cosa que pintarla de negro con un spray.
Totalmente. De pies a cabeza.
Me encantó cómo quedaba.
¡Pero qué disparate había
hecho...!
Negra ha permanecido,
presidiendo mi taller casero de aficionado, para ayudarme en el "trabajo"...y en nuestra vida.
Hasta que, conscientemente y cayendo en la cuenta del
disparate cometido al pintarla de negro, llevaba ya tiempo pensando en
restaurarla a su aspecto original antiguo.
Hoy, por fin, lo he
conseguido. Quizá no haya quedado tan bien cómo una restauración profesional, pero queda
...bien. y mis hijos podrán decir "La restauró mi padre a los 90
años..."
Finalmente, una observación: Reconociendo
la devoción que MERECIDAMENTE la profeso, en la cara inferior de la peana de la
imagen he pegado lo siguiente:
Viviendo
en El Astillero,
unas pobres monjitas pasaban
esta virgen por las casas en una
capillita de madera, pidiendo una limosna.
18 de
Julio de 1936: Comienza la terrible Gue-
rra Civil
y, casualmente, la virgen estaba en casa
de mis padres
Fernando Alvear y Lolita Casanueva.
Y en ella se
queda. Para siempre.
Yo
escribo esto hoy, en el año 2010, porque es mi
deseo que esta
virgencita continúe en la familia. Para
siempre. Que no
se pierda ni se separe de nosotros
porque, yo que
no creo mucho en los milagros, asegu-
ro que que a lo
largo de mis actuales 88 años de vi-
da, ha sido muy
clara su ayuda en esos momentos
difíciles en
que desesperadamente se clama por ella.
No me la abandonéis, que siempre ha
estado
conmigo.
Entre vosotros, poneos de acuerdo y
que
alguno se la lleve a casa...
Y que siga con los hijos de los hijos.
Siempre. Para siempre.
Vuestro padre Fernando.
Espero que cumpláis este mi deseo.
Mi virgencita casi restaurada....
Capilla domiciliaria clásica de la época. Con lista de visitas.